Yo elegí que mis heridas fueran semilla
de flores breves de dolor y ternura
que crecen en horizontes sombreados
por eternas nubes de carne y locura.
Yo elegí crecer en charcos de melancolía
donde el amor se baña a destiempo
generando ondas largas que se pierden
en las ramas rotas del perdido momento
Yo elegí ser tallo pensativo, color tormento,
mientras mis pétalos volaban sensibles
en el sutil variar del azaroso viento.
Yo elegí ser yo, raíz mojada de sueño,
enamorado de un cielo que me alcanza
cada vez que te susurro en mi silencio.
Pero no elegí ser la flor en tu charco
a la que arranca los pétalos tu lamento
y que deja caer en otros horizontes
las dulces colores de mi bello cielo